La década de los 60’ ha sido considerada la de mayor crecimiento industrial de Argentina en el siglo XX. La siderurgia y la química se destacaban, no sólo por las inversiones tanto de capital extranjero como nacional, sino también por la incorporación de tecnologías. Aquel proceso de desarrollo convirtió al país en la mayor potencia industrial de Latinoamérica, superando claramente tanto a Brasil como a México. A fines de los 60’, Argentina poseía indicadores económicos que la colocaban en un lugar destacado internacionalmente y que permitían augurar un gran futuro para los argentinos en general y, en particular, para aquellos ligados a la tecnología.
En aquella época, la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral, era considerada de excelencia a nivel internacional y sus estudiantes y egresados eran requeridos por las empresas, con prioridad respecto a los de otras universidades.  Además, Santa Fe ofrecía un muy buen ambiente para estudiantes de otras provincias y países, tanto desde el punto de vista socio-económico como cultural. Los servicios que se ofrecían, de residencias universitarias y comedor universitario, como así también los vinculados a una ciudad capital de provincia, hacían accesibles los estudios universitarios a jóvenes de clase media. Era la época de Santa Fe “La Ciudad Cordial”.
En este contexto, en el seno de la Facultad de Ingeniería Química, se gestaba el Cuerpo Organizador de Viajes de Estudios de Ingeniería Química (COVEIQ),

¿Qué era el COVEIQ?

La organización fue creada por los estudiantes de Ingeniería Química de la UNL entre 1959 y 1960. Su objetivo era realizar un viaje de estudios por Europa. Para tal viaje, se confeccionaba un programa que incluía, no sólo visitas a empresas y plantas fabriles, sino además, una intensa actividad cultural, con visitas a museos y diversas instituciones. Los encuentros con integrantes  de las embajadas y consulados eran fundamentales, ya que allí se recogían las cartas que enviaban los familiares a los viajeros durante el recorrido y se recibía una completa información acerca cada país visitado.
Para pertenecer a COVEIQ, se debía ser integrante de de la Organización de Viajes de Ingeniería Química (OVIQ), que era regenteada por el COVEIQ de turno y cuyos miembros, futuros integrantes de COVEIQ durante el período de estudio, debían vender cinco rifas cada año. La venta anual era una forma de contribución con el grupo que viajaba cada año.  De esta manera, el estudiante legitimaba su condición de aspirante al viaje que se concretaba cuando se finalizaba la carrera o cuando les faltaba no más de cuatro materias. Así, cada año, un grupo de Ingenieros Químicos o estudiantes del último año -también se incluían a los de otras carreras de la FIQ, como los Licenciados en Química-, realizaban un viaje a Europa, recorriendo diversos países durante varios meses, con todos los gastos cubiertos -pasaje en barco, alojamiento y manutención-.
COVEIQ contaba con una Comisión Directiva integrada por miembros elegidos en asamblea al inicio de cada gestión por el conjunto de los integrantes. Contaba también con diversas comisiones (Prensa y Propaganda, Presupuesto, entre otras). La Comisión Directiva seguía actuando durante el viaje, organizando asambleas periódicas para discutir y analizar en conjunto las contingencias del viaje y, eventualmente, algunas sugerencias para lo que quedara por concretar.

 ¿Cómo se financiaba el COVEIQ y su viaje?

La financiación se realizaba con el resultado de la recaudación de una rifa que, mensualmente y durante 10 meses, sorteaba un auto. Esta rifa la organizaban principalmente los estudiantes que viajaban y las vendían con la ayuda de todos los estudiantes de la Facultad que aspiraban a viajar. En palabras de los organizadores, “La rifa era de cuatro cifras o sea que eran 10 mil números y como toda la organización era casera, el beneficio era suficiente para que los estudiantes pudieran viajar, sin lujos, pero con todos los gastos incluidos. A medida que COVEIQ fue adquiriendo prestigio en la región, se fue afianzando como organización, hasta alcanzar un nivel tal que le permitió incorporar personal administrativo permanente y además un grupo de vendedores oficiales, los cuales, al  hacer la mayor parte del trabajo de venta, permitieron que COVEIQ expandiera su misión”.
COVEIQ fue pionera en la organización de este tipo de viajes. Luego, le sucedieron organizaciones similares como PROVEC (de los Contadores), COVED (de los Abogados), GEMUL (de los Médicos).
El COVEIQ se transformó en una entidad muy bien organizada. En el caso del IX COVEIQ que contó con 46 integrantes, pudo concretar el primer viaje en avión a la ida y regreso en barco. COVEIQ compró un vuelo completo (Block off) de Aerolíneas Argentinas a Nueva York y contrató uno similar con Pann American Airlines, hoy empresa desaparecida en el trayecto Nueva York-Barcelona. “La operación fue toda una novedad no sólo para Santa Fe sino también para el país, demostrando la capacidad emprendedora de los universitarios en aquellos años y en particular los de la FIQ”.

El novedoso sistema de viajes

De acuerdo al relato del grupo que integraba el IX COVEIQ, “aquel sistema de viajes de estudios no sólo era novedoso y sino también muy instructivo, porque permitía completar la excelente formación académica que nos daba la FIQ, con la incorporación de vivencias a través del recorrido por EE.UU. y casi toda Europa. Lo novedoso para el resto de la gente era tal, que durante el viaje, tanto en EE.UU. como en Europa, las personas se sorprendían al conocer que nosotros estábamos viajando costeados por el producido de una rifa”.
El viaje de estudios se inició el 26 de marzo de 1969, en avión desde Buenos Aires a Nueva York. Allí recorrieron la región, incluida una estadía en Boston en donde visitaron el MIT y la Universidad de Harvard, cuyo  Director del Departamento de Ingeniería era argentino. Desde Nueva York volaron a Barcelona, España, y de allí a Perpignan, Francia, para recibir los 12 Renault 16 que habían adquirido en Argentina mediante el sistema de “reventa asegurada”. Los integrantes del IX COVEIQ recordaron: “Con los 12 autos, los 46 integrantes iniciamos el recorrido por Europa, desde España hasta los países nórdicos, pasando por Francia, Inglaterra y Países Bajos. En Helsinki, nos separamos en dos grupos, uno se dirigió a Noruega, bajando luego a Alemania, Luxemburgo y Austria, el otro, siguió el viaje hacia los países que estaban detrás de la llamada “Cortina de Hierro”, las Unión Soviética, Polonia, Hungría, Checoslovaquia”.  En el relato, continuaron, “Ambos grupos se reencontraron en Viena, para continuar hacia Yugoslavia y Grecia y algunos extendieron el viaje hasta Turquía. Desde Grecia, se pasó a Italia vía Igumenitza-Brindisi, concluyendo el recorrido en Venecia. Quedaban 15 días libres hasta el encuentro en Génovapara tomar el barco y retornar a Argentina. Algunos aprovecharon para extender su estadía -usando ahorros del viaje- y permanecieron en Londres para afianzar sus conocimientos del idioma inglés que, por aquellos años, ya era una necesidad ineludible para el trabajo profesional”.
Sin dudas, en aquella época viajar resultaba más difícil, no sólo por el valor de los traslados, sino por las comunicaciones lentas; todo se gestionaba por correo postal. En este contexto, recordaron “tener la oportunidad de realizar un viaje de seis meses, recorriendo más de 20 países, fue un verdadero privilegio. Sin duda que la visita a los museos fue una experiencia determinante para el afianzamiento de nuestra formación académica y profesional, pero esencialmente para nuestra formación humana. Al recorrer y visitar los países mencionados, con niveles de instrucción y diferencias culturales tan variadas como únicas, pudimos experimentar sensaciones que hoy en el recuerdo, todavía nos asombran y sin duda permanecerán imborrables en nuestra conciencia”.