Eduardo Lombardo dio sus primeros pasos por la Facultad de Ingeniería Química de la UNL en marzo de 1959, como ingresante a la carrera de Ingeniería Química.

Desde septiembre de 1960 ingresó a la docencia como auxiliar alumno en la cátedra de Física I. En aquel entonces también se hacía sus primeras armas en la investigación junto a su compañero Horacio Verdún y de la mano de una beca (similar a las que actualmente se conocen como Cientibeca) continuaron estudiando la temática de espectrografía de emisión.

Dos años más tarde, en 1962, hizo el traspaso a la cátedra de Físicoquímica como Jefe de Trabajos Prácticos, cuando aún no tenía su título de grado, pues las normas de la época así lo permitían y se basaban en un concepto pragmático: “lo importante es el conocimiento y no el papel”. Finalmente, en 1964, recibía su merecido título de Ingeniero Químico.

En 1965, inicio de una triste época para la Facultad y el país, Lombardo se encontraba de viaje en Europa con el IV COVEIQ (Cuerpo Organizador de Viajes de Estudios de Ingeniería Química). Aprovechando el viaje, se quedó por dos meses más gracias a una beca, en una escuela de Ingeniería Química en Francia en donde se disputaba entre sus dos intereses: Fisicoquímica o Tecnología Industrial. A su regreso e impulsado por el instrumental existente, optó por dedicarse a la Físicoquímica en donde obtuvo un cargo de dedicación exclusiva. Esta disciplina lo llevó, en diciembre de 1967, a especializarse en Catálisis en la ciudad de Pittsburgh, EEUU. A su regreso, en 1970, concursó el cargo de Profesor Titular de Fisicoquímica, el cual ejerció hasta el lunes 14 de marzo de 2017, cuando dictó su última clase.

Investigación y relación con la industria

Desde 1970 fue incorporando personal y comenzaron a publicar los primeros trabajos de investigación en su área. Con el paso del tiempo, también incorporaron instrumental que fue -en palabras de Lombardo- “fundamental para el desarrollo creativo”. Aquí destaca la vinculación con Japón, dado que a través de la Agencia de Cooperación Internacional de ese país, lograron el financiamiento de un proyecto por más de 1 millón de dólares que fue destinado a equipamiento y perfeccionamiento de docentes-investigadores del país, y que significó la creación del CENACA (Centro Nacional de  Catálisis) en Santa Fe. Este Centro, ubicado en el segundo piso de FIQ, fue único en su tipo para la época del ‘80. Esto dio impulso a la firma de convenios internacionales con instituciones de EEUU, México, Colombia, Brasil,  Bélgica, Francia, España, Hungría, Japón y Australia.

En este marco “siempre trabajamos para cumplir con las tres misiones fundamentales de la Universidad pública: la formación de recursos humanos, la investigación y la transferencia al medio”, sostuvo Lombardo. Su grupo logró algunas patentes (como la de un catalizador que tuvo de comitente a YPF y que se fabricó durante muchos años en nuestro país) y realizaron transferencia de conocimientos, lo cual, sostuvo: “nos trajo muchas satisfacciones porque nos permitió tener permanente contacto con la realidad y apreciar desde adentro cuáles son las necesidades que tiene la industria en nuestra área. De este modo pudimos resolverle a la industria muchos problemas concretos que de otro modo no podrían haber logrado”.

Cierre de una etapa

Lombardo se despide de esta fructífera etapa de su vida, pero seguirá vinculado a la Facultad como profesor consulto, con su aporte a diferentes publicaciones en revistas internacionales, entre otras oportunidades que requieran de su experticia. “Una de las mayores satisfacciones, después de todos estos años, es haber contado con un equipo sólido de colaboradores extraordinario. Desde el punto de vista de la investigación, no sólo hemos podido contribuir con nuestros trabajos en las revistas internacionales de mayor repercusión en nuestra área, sino que también hemos aportado soluciones a problemas concretos presentados por la industria nacional”, sostuvo y concluyó: “Si me preguntan qué haría si volviera a nacer, la respuesta sería repetir la misma experiencia de vida porque me ha recompensado amplia y gratamente”.

 

 

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