Rafael Kohanoff es Ingeniero Químico graduado de nuestra casa de estudios, con una amplia trayectoria en el ámbito privado y público. A los 94 años, continúa trabajando activamente y lidera un grupo del INTI que desarrolla tecnologías para que los adultos mayores y personas con discapacidad de todas las edades puedan mejorar su calidad de vida.

Dio sus primeros pasos en la ingeniería industrial dentro de la actividad privada, con un equipo de Ingenieros Químicos conformado en Santa Fe, vendían plantas llave en mano a nivel internacional. “Tuve la posibilidad de crear aproximadamente 10 empresas privadas que sustituyeron importaciones por producción nacional o que inclusive permitieron exportar tecnología. Pero al mismo tiempo me hacía la pregunta ¿ese espíritu emprendedor en el ámbito privado, no podrá volcarse también al ámbito social?”, comentó. Es así que en 1974, Rafael comienza su larga trayectoria en el sector público. Trabajó en el gobierno de Juan Domingo Perón asesorando al Ministro de Economía José Ber Gelbard. Además, fue presidente de la Confederación General de la Industria en el mandato de Raúl Alfonsín y ministro de Desarrollo Social de la ciudad de Buenos Aires durante la gestión de Fernando De la Rúa. “Mi labor en el Estado me llevó a pensar cómo aprovechar esa experiencia, sobre todo para los sectores más vulnerados. Ahora estoy trabajando en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), donde creamos un centro de tecnologías para las personas con discapacidad y las personas mayores. Vamos desde tecnología compleja, para rehabilitación neurológica, por ejemplo, hasta soluciones para la vida cotidiana. Trabajamos para hacer accesible la tecnología en salud. Por ejemplo, fabricamos un dispositivo simple, un pequeño pedazo de goma eva con una ranura y un agujero, para que los bastones no se caigan al apoyarlos. No inventamos nada, no somos genios, sólo pensamos en cómo resolver los problemas de la gente con sentido común. Cuando vemos que en tanto tiempo nadie se ocupó de una cosa como esta, nos preguntamos ¿lo que no es negocio no se hace? Mi satisfacción no es solamente hacer los dispositivos, por supuesto que es una felicidad haberlo logrado, pero nuestro objetivo es desarrollar tecnología que llegue a las personas que las necesitan. De acuerdo a las estadísticas, hay 5 millones de adultos mayores y de ellos, por lo menos 3 millones son pobres. Ellos no tienen cómo comprar esas cosas. Por eso también hicimos manuales muy sencillos, para enseñarle a los propios viejos cómo autofabricarse esos dispositivos. Ya hemos brindado 8 talleres de 100 personas, lo cual nos pone muy contentos. De todos modos, soy ingeniero y sé multiplicar. Sabemos que aún quedan muchas personas más. No hay que confundir la alegría de que algo te salga bien con el objetivo que te planteaste. No vamos a parar hasta que no haya un viejito que necesite estos dispositivos y no se lo pueda fabricar o él o un pariente o el que quiera. Esa es nuestra modalidad: pensar en la gente, darse cuenta que hay un montón de cosas que podemos hacer y no todo requiere grandes inversiones. En muchos casos estamos esperando la inversión, pero si llega sólo es negocio para el inversor ¿y quién se ocupa de lo social?”, señaló.  

Jubilarse de un trabajo contractual, no de la vida

Rafael no sólo es un trabajador del Centro de Tecnologías para la Salud y Discapacidad del INTI, es además él mismo un adulto mayor que se mantiene activo, aún con todas las trabas sociales que todavía existen. “En el caso puntual de los adultos mayores, hay una discriminación muy grande, tanto desde el Estado como desde la sociedad en su conjunto. Cuando se inventó la jubilación, la gente se moría a los dos años. Ahora vivimos 30 o 40 años más. Es una cuarta etapa de la vida que no fue pensada, donde vos llegás teniendo todo hecho: ya aprendiste a caminar, a comer, a leer, a escribir, a trabajar, a comprar, a competir, a estar loco de la vida para poder entender a tu familia ¿Y qué querés, jubilarte para la antesala de la muerte? Te jubilaste de un trabajo contractual, pero no de la vida, por eso es necesario poder darle un sentido, seguir teniendo proyectos. Aún se sigue con la lógica de que los adultos mayores son una carga. Estoy trabajando mucho en esto porque me parece que es una riqueza que tiene este país y que hay que considerar atender a los viejos, no como un gasto, sino como una inversión. Si conseguimos que con la intervención del Estado, los adultos mayores lleguen sanos y en buenas condiciones económicas, es un enorme potencial para el país. El Estado también tiene que intervenir para eliminar estos conceptos discriminatorios. Lo preocupante es que los mismos adultos mayores compran la idea de que el viejo “ya fue” y no hay imaginación para pensar que puede haber una cosa distinta. Ese es nuestro trabajo y cuando digo nuestro: de los organismos públicos del Estado, de las ONG, de la sociedad, de la familia” expresó Kohanoff. 

El rol social de los profesionales

En su paso por la FIQ, Rafael estuvo reunido con graduados y estudiantes emprendedores de nuestra casa de estudios, con quienes mantuvo una conversación para compartir su experiencia y generar nuevos lazos y proyectos: “crear emprendimientos que produzcan trabajo para los sectores vulnerables es una acción articulada. Por eso estoy muy contento de haberme reunido aquí con los colegas ingenieros graduados y estudiantes. Es necesario juntarnos con las pequeñas, medianas y grandes empresas nacionales y ver cómo hacemos para que se creen más y más pymes donde haya más trabajo, más techo para la gente. Salgamos de la vergüenza de tener 35% de pobreza. No es cierto que esto es normal, no es normal. Tenemos millones de trabajadores que quisieran trabajar y no tienen trabajo, 25 mil investigadores científicos, 55 universidades, 1500 escuelas técnicas, 1000 de formación profesional, recursos naturales agrícolas, ganaderos y mineros. Por eso, tenemos derecho a ponernos de acuerdo para eliminar la pobreza y las desigualdades y tener independencia económica para elegir nuestro estilo de vida. Actualmente, ponemos a la educación y a la tecnología al servicio del mercado, preparando a la gente para que vaya a trabajar para otra gente que sólo hace lo que le conviene. Resulta que los esfuerzos de toda la sociedad para que vos estudies, te recibas y que seas un profesional terminás volcándolos a los negocios de un privado. ¿Eso aporta a la construcción del país que queremos? Creo que vos recibiste una educación y una formación, para ganarte la vida y hacer lo que quieras, pero además es fundamental devolver a la sociedad lo que la sociedad te dió, poder contribuir a un país en donde no haya las desigualdades e inequidades que hay. Estoy convencido que este país tiene las posibilidad de ser un país digno donde la sociedad viva feliz. Y el rol de los ingenieros, de los técnicos y de toda la gente que ha estudiado es poner una parte de sí”, concluyó.

 

Prensa FIQ | UNL